Como algunos ya sabrán, Quimera es un monstruo fabuloso que
vomita llamas y tiene cabeza de león, vientre de cabra y cola de
dragón.
A Quimera le gusta pasear en las noches inquietas y misteriosas,
cuando las campanas de alguna iglesia repican sonámbulas. En
esos mismos instantes en el que miles de almas durmientes
exploran su brillo en la aureola del sueño. Un espejismo nocturno;
esquirlas de fortuna que no se desprenden de las paredes de la
vida.
Los más pertinaces soñadores seguirán intentándolo una y otra
noche, ajenos al desaliento pero sin esperanza. Igual que lo hace la
clemencia, enmudecida sobre la toga de la justicia.
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