Hablo con un erizo de mi huerto. Solamente me lo encuentro un
par de noches calurosas del anémico verano suizo. Le pregunto por
su pareja y sus dos hijos. El me responde:
– Mira, vosotros nos procuráis aquí un bello rincón en el jardín y os estamos agradecidos, pero éste no es espacio para cuatro. Los chicos anduvieron a buscarse otro paraje y mi hembra no resistió el invierno y ha fallecido. En los alrededores han construido ya dos bloques más. Allí vivieron nuestros antepasados, cuando las casas eran más pequeñas y los huertos más extensos. Nosotros y otras especies acabaremos desapareciendo por que vosotros necesitáis cada vez más espacio del que os pertenece. Terminaréis como nosotros; apretujados, pero tan solos y desesperados que vuestra vida quedará ausente de sentido.
– Mira, vosotros nos procuráis aquí un bello rincón en el jardín y os estamos agradecidos, pero éste no es espacio para cuatro. Los chicos anduvieron a buscarse otro paraje y mi hembra no resistió el invierno y ha fallecido. En los alrededores han construido ya dos bloques más. Allí vivieron nuestros antepasados, cuando las casas eran más pequeñas y los huertos más extensos. Nosotros y otras especies acabaremos desapareciendo por que vosotros necesitáis cada vez más espacio del que os pertenece. Terminaréis como nosotros; apretujados, pero tan solos y desesperados que vuestra vida quedará ausente de sentido.
Sabía que los erizos son inteligentes, ahora estoy convencido de
que superan la media mental de los humanos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario