martes, 29 de diciembre de 2015

ESTACIONES


    Las cuatro estaciones del año son un privilegio empíreo. Cada una de ellas te hace desear las demás. Si, por ejemplo, estuviese nublado y lloviendo durante medio año, seguramente nos encontraríamos desesperados por abrazar el sol y gozar de su calor. Si, por el contrario, las temperaturas no bajasen nunca de los 38 grados diurnos y los 24 nocturnos, nos hallaríamos agobiados deseando que apareciesen las nubes y descargasen toda su agua divina y refrescante sobre nosotros.
Si la lluvia no parase nunca, conseguiríamos aborrecerla. Si el sol luciese todos los días, la gente terminaría menospreciándolo. Las cuatro estaciones engendran una armonía que recorre y convulsiona todos los estados de ánimo posibles; desde la euforia más prolífica hasta la pasividad más barbitúrica. 



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