martes, 29 de diciembre de 2015

NOCHE


    La noche sumerge mis palabras y las deja bucear por el agua hasta que no queda más rastro de ellas, y el río, jaleado por su propio rumor, las devuelve para despertarme. Cada noche me inserto en un cuadro, una senda, una aventura, un desacuerdo o un naufragio. Veo los pájaros incoloros, el cielo pintado de carmín, diseminado en la lumínica de sus labios. El horizonte liso e ingenuo como de costumbre, disimulado solamente por la torre de alguna iglesia o el vuelo exultante de las cigüeñas. Cuando el barco pone rumbo a la deriva, en la aventura pierdo a mis acompañantes, el desacuerdo termina en gresca, la senda se difumina y el cuadro se descuelga estallando contra el suelo en mil pedazos, yo pierdo el equilibrio y me despierto. 


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