martes, 22 de abril de 2008

DE TRIPAS, CORAZÓN


Fue un día gris con el corazón hueco. Tú te habías marchado y no soplaba el viento. No había trenes ni guaguas hacia ninguna parte. La piel estaba seca y las lágrimas rodaban afligidas y desorientadas. Nada volvió a ser igual y, quizá no lo sea nunca más.
Buscaba un huracán para desaparecer en las entrañas de la tierra, o un remolino que me hundiese las tripas en el fondo del mar. Pero todo estaba demasiado tranquilo, casi de vértigo. Hasta los huesos se mecían impasibles en el jardín, entregados sin resistencia a los rayos del sol, ¡atortillados!.
De repente, las constantes vitales renunciaron a la supervivencia. Un vacío inmenso, así, como de mediodía en una construcción de viviendas. La sensación de que nos invadía una silenciosa huelga general. Pero ya sabes que no hay huelgas generales en La Habana, nunca las hubo en las últimas cuatro décadas.
Me siento impregnado de una tediosa sensación de paz que me tiene paralizado. Todo está demasiado tranquilo allá afuera y aquí adentro. 
Me temo que para estos desamparos del ánimo no existe demasiada solución terapéutica, ni chá chá chá, ni guaguancó. Me gustaría pensar que todo es solamente una pesadilla debido al elevado porcentaje de humedad y al delirio del trópico. Una fatalidad divina, esto de los días grises y el corazón hueco.
En fin: espero que algún día me engulla un lagarto habanero y podamos tomar café juntos, allá arriba.
Y, por cierto, me tendrás que enviar tu nueva dirección.



Hace 12 años a Margarita Kamber se la llevó una coincidencia tan fugaz y milimétrica como la muerte. Una tierna flor suiza extinguida mientras paseabamos nuestra palidez por las calles de La Habana y leíamos mentiras en el "Gramma". 

1 comentario:

ZEUS dijo...

sencillamente divino y más esta mañana en que me siento más perdido que el mismo Adán en el día de las madres.