Los guantes se miran, después de haber revestido muchas manos
y abrazado muchos cuerpos. Los gorros se acomodan entre sí,
calentándose, luego de haber soportado bajas temperaturas. Las
chaquetas cuelgan sobre las perchas, relajándose de duros hombros
y amplias espaldas. Las almohadas reposan juntitas, mimándose,
tras el fragor o la ventisca de los sueños.
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