El paisaje suelta la agrestura
mostrando su relieve.
La testura cobriza de su piel
escribe su poema,
dibuja siluetas insinuantes
elevándose sobre los cerros,
proyectando sombras por la planicie.
En algún lugar recóndito, no muy lejano,
sin inmutarse, contemplando el desfile de los días,
con el ronroneo de una radio, arriba,
en la repisa de la ventana
de una vieja casa imperecedera,
un alma espera la casualidad de tu encuentro.
mostrando su relieve.
La testura cobriza de su piel
escribe su poema,
dibuja siluetas insinuantes
elevándose sobre los cerros,
proyectando sombras por la planicie.
En algún lugar recóndito, no muy lejano,
sin inmutarse, contemplando el desfile de los días,
con el ronroneo de una radio, arriba,
en la repisa de la ventana
de una vieja casa imperecedera,
un alma espera la casualidad de tu encuentro.
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