miércoles, 2 de diciembre de 2015

SOLEDADES


    "¿Estamos solos en la galaxia o acompañados?, ¿Existe el más allá?, ¿habrá reencarnación?".

Estas y algunas más eran preguntas que formulaba la sátira musical de la banda gallega "Siniestro Total" en uno de sus viejos temas allá por los inicios de los años 80, siguiendo un poco la senda de aquel cuadro de Paul Gauguin titulado "¿quiénes somos?, ¿de donde venimos? y ¿hacia donde vamos?" , pintado en diciembre de 1897 durante su estancia en Tahití, donde vivió sucesivamente en un estado de euforia y depresión.
Las preguntas que se hacían y hoy continúan haciéndose "Siniestro Total" y medio mundo.

La pregunta ahora, en una versión más actualizada, sería la siguiente:
¿Estamos más cercanos o más solos que hace treinta años?

Cuando entramos en internet podemos observar casi todo: La habitación del hotel donde alquilaremos. Los mosquitos de la playa donde nos entrenaremos en gimnasia digital navegando con el iphon, al lado del agua, sin mojarnos. La carita de caramelo de la sobrinita de Miami enviándonos un beso de 7000 Gigabyte. El estado actual de importantes investigaciones. El desarrollo de proyectos y productos de última generación. La impensable nueva boda de George Clooney. La Discovideo de Youtube sin movernos del salón de casa. Las patadas de los poderosos sobre los indefensos. Los conflictos de intereses estratégicos. La venta de armas y más armas. El fanatismo. La manipulación religiosa. La última entrevista de Raul Castro con Obama o el nuevo Look de Britney Spears.


Las redes han desarrollado una forma de aprendizaje o información demasiado ansiosas. Un tipo de entretenimiento  estresante. Algo similar a la diferencia entre la comida “elaborada” casera o la comida “resumida” basura. La tecnología digital ha mejorado enormemente la operatividad de la vida, ha aportado un concepto más amplio de la eficacia, pero no nos ha hecho más sociables y tampoco nos ha liberado del confinamiento. Como dice Umberto Eco: "Internet podría remediar la soledad, pero resulta que la ha multiplicado".

Como muchos productos modernos, infectados de publicidad engañosa, que se conciben en clave exclusivamente positiva y esplendorosa, aparecen con posterioridad las adicciones, intoxicaciones y el tratamiento de los efectos secundarios – para algunos pudieran definirse como primarios. De hecho, ya hace años que existen en Asia y en EE.UU centros de desintoxicación a la adicción a internet.

Las preguntas se multiplican, decíamos:  ¿más cerca o más lejos?, ¿menos o más solos?.
¿Es posible compatibilizar comunicación virtual y no virtual?, ¿Somos capaces de habitar sobre la tierra compaginando comportamientos en consonancia con el equilibrio biológico?, ¿Somos capaces de evitar la manipulación de nuestra desdicha o felicidad?,
¿O somos un rebaño de ovejas con lobos y zorros infiltrados camino del precipicio?.


El derrotero que lleva el mundo reabre el congelador de mi pesimismo. Si no se ha resuelto el problema del hambre, la desigualdad y la pobreza, ¿quién se imagina aspirar a democratizar la tecnología?. Hace ya tiempo que mi esperanza enflaqueció y a mi rabia la devoró un incendio.



















Yo restringiría el uso del sistema digital al funcionamiento básico del bienestar común – actividad de empresas y servicios, tecnología y movilidad, traslado de personas, bienes y mercancías –, y del estado sistema sanitario, transporte y comunicaciones, educación, investigación, comercio, turismo, cooperación y desarrollo ­–, los fundamentos básicos de la sociedad. Tiraría todas las computadoras, iPads, iPhones y el resto de la bisutería de uso privado por la ventana y comenzaríamos una película nueva. En calzoncillos, como Jesucristo camino del monte Calvario.

Abogo, para empezar a acostumbrarnos, por un colapso mundial originado por una acción natural que paralice la red y nos deje a todos desconectados, nos baje de la galaxia en la que revoloteamos y nos deposite en la tierra. Esa que cruzamos todos los días casi sin verla ni tocarla.

¡Una acción sincronizada de volcanes en erupción!.

¿Se acuerdan ustedes todavía del Eyjafjallajökull?.


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