martes, 29 de diciembre de 2015

HOJA


    La hoja se desprende del árbol en otoño, en una especie de acto ritual de emancipación. 

Ya extinta, o quizás no del todo todavía, a causa de esos misterios en los que la biología no puede discutir una respuesta absoluta a la mística, decide terminar sus últimos días mecida a los pies de otros muchos árboles y hojas que la contemplaron.
El viento ayuda a distribuir la figura de su belleza y colorido por la pradera, en semejanza con el encomiable trabajo que realizan las abejas; extensión de la vida a través del polen.
Un proceso largo, servicial y silencioso para cumplimentar una estampa imperecedera, repetida en una lontananza más infinita que la de ningún otro ser vivo. 

La hoja se mece sobre los campos, se deja barrer, pisotear y arrastrar sin oponer resistencia alguna.
De vez en cuando, algún absorto y piadoso ser racional que transita el bosque sin la premura del desenlace del recorrido, recoge un ejemplar, le dispensa un tratamiento de secado y la convierte en inmortal. 




No hay comentarios: