jueves, 11 de febrero de 2016

CONMIGO


    Con el paso del tiempo he aprendido a conversar profundamente conmigo mismo. Pertenezco a ese exclusivo club de personas que van hablando solas por la calle. Cuando no dispongo de interlocutor en casa y ya he resuelto las llamadas telefónicas útiles de la semana, dialogo con mi subconsciente. Estamos en sintonía, no tenemos desavenencias. Hay días en que no necesitas a nadie que te "saque las castañas del fuego", ni pareja, ni amigos. El diálogo entre mis dos yo es dinámico, reconfortante y plácido. A veces me surgen incluso ganas de cantar,
y canto... 

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