"EL IBA SOLO, TAMBALEANDOSE"
– A la memoria de Pedro Garfias –
– A la memoria de Pedro Garfias –
El iba solo, cabizbajo, tambaleándose
atravesando el desierto de su pena
por ese ancho destierro que otorgan las leyes
salpicado de ese olvido tan presente
oteando un cielo perdido que no socorre
arrastrando un retrato lívido
de un pasado que fue y estuvo.
Solo, como un solar en obras
un museo abandonado
un Partenón sin Atenea.
Él, esa orilla visible que elude el viandante
en simulacro de ceguera.
Esa ceguera tratando de calmar la verguenza
punzante, enrojecida, molesta, cual picadura de mosquito.
Él iba solo, desamparado
por esa cuneta que transitan los ausentes
emborrachado de soledad y de tristeza.
Esa línea que evitan los mortales
la misma que otros recubren de apariencias.
Nosotros caminando por la acera
sacudiéndonos algo de polvo de la culpa.
atravesando el desierto de su pena
por ese ancho destierro que otorgan las leyes
salpicado de ese olvido tan presente
oteando un cielo perdido que no socorre
arrastrando un retrato lívido
de un pasado que fue y estuvo.
Solo, como un solar en obras
un museo abandonado
un Partenón sin Atenea.
Él, esa orilla visible que elude el viandante
en simulacro de ceguera.
Esa ceguera tratando de calmar la verguenza
punzante, enrojecida, molesta, cual picadura de mosquito.
Él iba solo, desamparado
por esa cuneta que transitan los ausentes
emborrachado de soledad y de tristeza.
Esa línea que evitan los mortales
la misma que otros recubren de apariencias.
Nosotros caminando por la acera
sacudiéndonos algo de polvo de la culpa.
En el banco de la plaza lanzaba a los cuatro vientos
sus profecías razonadas, gritaba contra un mundo temeroso,
ignorante, sordo y mudo. Contra una justicia ciega, parcial,
prejuiciosa e indiferente.
Una entidad incómoda, la justicia, evadida de los efectos
secundarios, encerrada en la pulcritud del sistema.
El trago era su protesta, la única posibilidad de desacato,
la botella enjuagaba su desdicha. Su cama, su cocina y sala de
oratoria estaban ocultas detrás de los setos del parque, camufladas
y distantes del rigor moral del resto de los humanos, ¡nosotros!
que de vez en cuando dejamos caer una moneda
en la llaga abierta y sucia de su mano,
nosotros, que también andamos a veces muy solos...
Él iba solo, derrotado, sin fuerzas
preguntándose para que amanecer mañana
en esta cárcel decorada
de riqueza tan estéril
que nada gotea
ni palabras
ni miradas...
sus profecías razonadas, gritaba contra un mundo temeroso,
ignorante, sordo y mudo. Contra una justicia ciega, parcial,
prejuiciosa e indiferente.
Una entidad incómoda, la justicia, evadida de los efectos
secundarios, encerrada en la pulcritud del sistema.
El trago era su protesta, la única posibilidad de desacato,
la botella enjuagaba su desdicha. Su cama, su cocina y sala de
oratoria estaban ocultas detrás de los setos del parque, camufladas
y distantes del rigor moral del resto de los humanos, ¡nosotros!
que de vez en cuando dejamos caer una moneda
en la llaga abierta y sucia de su mano,
nosotros, que también andamos a veces muy solos...
Él iba solo, derrotado, sin fuerzas
preguntándose para que amanecer mañana
en esta cárcel decorada
de riqueza tan estéril
que nada gotea
ni palabras
ni miradas...
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