Llegaste con el corazón ardiendo
rojo, como un incendio
desparramando tu sonrisa de verano
cual caligrafía de lenguaje nuevo.
Un huracán barriendo el mundo
de obstinadas convicciones,
cautivadora osadía de un amor
misterioso y deslumbrante.
Como un enigma desplegado
a un desafío inevitable,
tan bello como inesperado
tan perturbador como enigmático.
Encontraste en mí esa escarcha
que recubre los inviernos,
la indolencia de un escéptico amurallado
refugiado entre las sombras de los senderos
sobrepasado por la monserga agotadora
de los acontecimientos terrenales.
Mi turbiedad atascaba tu arcoíris.
Te prometí actitud de confianza nueva:
dejar de observar el descalabro de este mundo
con esta catarata mía incipiente del pasado
para intentar ubicarme en ese escenario tuyo
flamante de esperanza.
rojo, como un incendio
desparramando tu sonrisa de verano
cual caligrafía de lenguaje nuevo.
Un huracán barriendo el mundo
de obstinadas convicciones,
cautivadora osadía de un amor
misterioso y deslumbrante.
Como un enigma desplegado
a un desafío inevitable,
tan bello como inesperado
tan perturbador como enigmático.
Encontraste en mí esa escarcha
que recubre los inviernos,
la indolencia de un escéptico amurallado
refugiado entre las sombras de los senderos
sobrepasado por la monserga agotadora
de los acontecimientos terrenales.
Mi turbiedad atascaba tu arcoíris.
Te prometí actitud de confianza nueva:
dejar de observar el descalabro de este mundo
con esta catarata mía incipiente del pasado
para intentar ubicarme en ese escenario tuyo
flamante de esperanza.
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