viernes, 4 de diciembre de 2015

EL SILENCIO, CASI


    Voy por la calle, no veo a nadie, ningún peatón, ningún auto, ni siquiera las hojas de los árboles mecen tenuemente como de costumbre. Tanta quietud me sorprende. ¿Me habré ido ya del anterior y estoy en otro mundo?. Toco la señal de tráfico, es de metal, es real, existe. Tomo el camino del arroyo, observo las ovejas tumbadas en el prado. En la granja no hay nadie trabajando, tampoco el perro haciendo guardia delante de la casa. Me adentro en el bosque, solamente el grácil vuelo de un verderón acompaña el silencio universal. No entiendo nada pero me da igual, me invade un éxtasis pletórico.
De repente, un pitido mortificante me sobresalta. ¡Execrable crueldad!, un día tan verenable, con todos los mortales desaparecidos, desbaratado por el soniquete de un maldito despertador.


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